Redacción
En algún momento nos ha podido pasar. Unos kilitos de más nos molestan y queremos deshacernos de ellos.
Para lograrlo -con mucho esfuerzo por lo general- recurrimos a alguna dieta e incluimos recomendaciones de conocidos o consejos que hemos escuchado o leído en algún lugar.
Pero en torno a las diversas opciones dietéticas para perder peso, hay creencias erróneas y acciones que algunos toman, pese a no ser efectivas para lograr que la balanza refleje el peso que queremos.
"Hacer cambios a largo plazo y modificar nuestro estilo de vida es la manera ideal de combatir los kilos de más porque conduce a una pérdida de peso permanente", le dice a BBC Mundo la doctora Lucy Chambers, especialista en alimentación de la Fundación Británica de Nutrición.
Y añade: "Es más efectivo hacer cambios graduales a los que podamos ceñirnos por un largo período de tiempo. Idealmente, el cuerpo debe perder entre 0,5 y 1 kg por semana".
Teniendo en cuentra ese aspecto, a continuación recopilamos algunos de los mitos más frecuentes al hacer una dieta.
1. Ciertos alimentos sirven para quemar grasas
El repollo, el apio, la toronja, el té verde, los pimientos picantes… Puede que no sea la primera vez que escuchas que estos alimentos ayudan a eliminar la grasa, y probablemente puedas añadir otros a la lista.
Pero según la Fundación Cardíaca Británica (BHF por sus siglas en inglés), no es el caso. No hay ningún tipo de comida que tenga propiedades especiales y que pueda quemar la grasa de más que hay en el cuerpo.
2. No se debe picar nada entre comidas
De acuerdo a la misma organización, esta premisa también es un mito.
No hay problema con comer algo ligero en el medio de las comidas principales siempre y cuando se trate de un refrigerio o un tentempié sano, como algún vegetal, una fruta o yogurt bajo en grasa.
Es útil porque ayuda a controlar el apetito.
3. Comer de noche es lo que engorda
La hora a la que se consume un alimento particular no es lo que determina el aumento de peso, son las calorías.
Si se consumen más de las que se deben, se ganarán kilos adicionales, no importa si esto ocurre en la mañana, en la tarde o en la noche.
En esto coinciden tanto el Centro de Salud de la Universidad de West Virginia, en Estados Unidos, como la publicación médica estadounidense WebMD, que añade que no existe ninguna prueba de que cuando se come tarde en la noche, se engorda.
4. Los carbohidratos son malos
Este tipo de alimentos son un componente fundamental en nuestra dieta, que incluyen azúcares, almidón y fibra.
"Nuestro cuerpo necesita los carbohidratos para obtener energía, y particularmente para que el cerebro y los músculos funcionen. El Departamento de Salud del Reino Unido recomienda que al menos la mitad de la energía que incluimos en nuestra dieta tiene que venir de carbohidratos almidonados", explica Chambers, de la Fundación Británica de Nutrición.
5. Mientras menos grasas comas, mejor
La especialista de la Fundación Británica de Nutrición explica que contrario a lo que muchos puedan creer, se recomienda que al momento de hacer una dieta el 35% de la comida que proporciona la energía provenga de las grasas.
No se sugiere seguir un régimen alimenticio bajo en grasa o que elimine completamente el consumo de grasa.
Lo que hay que tener en cuenta, resalta Chambers, es que como hay diferentes tipos de grasa, el tipo que se ingiera es lo que hace la diferencia. Lo ideal es reemplazar la saturada con la que no lo es, ya que la última ayuda a reducir el colesterol en la sangre, que está relacionada con el riesgo de enfermedades cardíacas y derrames cerebrales.
En relación con el tema de las grasas, también hay que tener en cuenta el siguiente mito:
6. Los productos bajos en grasa ayudan a perder peso
Los alimentos que se venden con esas características suelen incluir mayores cantidades de azúcar, sal y almidón que aquellos que tienen todos los componentes regulares.
Esto ocurre para compensar el sabor que pierden cuando se les quita o se les reduce la cantidad de grasa.
Con este tipo de alimentos también existe el riesgo de consumir más porciones –en cantidad y frecuencia- de las que se comerían con la versión regular.
Esto ocasionaría una ingesta de calorías mayor, lo que definitivamente no ayuda a eliminar esos kilos de más.
En cuanto a los productos que se mercadean afirmando que no tienen azúcar, lo que suele ocurrir es que se endulzan con concentrados de jugos de fruta, por lo que se termina consumiendo la misma cantidad de calorías que con el original y, además, no hay ninguna ganancia desde el punto de vista nutricional, de acuerdo con el Centro de Salud de la Universidad de West Virginia.
7. Tomar mucha agua = chao kilos
El agua es fundamental para el organismo, pero no por eso se debe asumir que al aumentar su consumo se perderá peso.
Aunque es bueno tomar más de este líquido al hacer una dieta, porque ayuda a evitar otras bebidas que contienen azúcar, esta única acción no contribuye a eliminar esos kilos extra, hay que tomar otras medidas.
De lo contrario, afirma WebMD, no habrá ninguna diferencia.
8. Algunos tipos de azúcar son peores que otros
La publicación referida con anterioridad también indica que hay investigaciones que demuestran que el cuerpo absorbe de manera similar el azúcar regular, la miel y los endulzantes que se hacen con almíbar de maíz que se convierte en fructosa.
Como referencia, es bueno considerar que las calorías que se adquieren con una cucharadita de cualquiera de estos productos oscilan entre 48 y 64.
9. Saltarse comidas hace la dieta más efectiva
No es cierto. Las consecuencias de esta medida es que te sientas más hambriento, lo que a su vez lograría que consumieras más alimentos en tu próxima comida.
De hecho, según algunos estudios existe una conexión entre la obesidad y saltarse el desayuno.
Varias organizaciones, entre ellas el Instituto Nacional de Enfermedades Digestivas, del Riñón y la Diabetes, en EE.UU, están de acuerdo en este punto.
10. Lo que funciona para perder peso, son los ejercicios intensos y prolongados
Se trata de otro mito porque la actividad física de baja intensidad también consume calorías.
Está muy bien ir a un gimnasio, pero la BHF señala que caminar, arreglar el jardín y las actividades que se suelen hacer en el hogar, hacen una gran diferencia.
En cuanto a este tema, el Centro de Salud de la Universidad de West Virginia también apunta que el ejercicio no transforma la grasa en músculo debido a que ambos tejidos están compuestos de células diferentes.
Se quema la grasa y se desarrolla el músculo, así que lo que se puede hacer es perder uno y ganar el otro, pero no convertir el primero en el segundo.
Y, finalmente… cuidado con los productos que prometan la casi milagrosa pérdida de muchos kilos en muy poco tiempo. Cualquiera que sea su composición, es extremadamente difícil que esa predicción se cumpla.
Además, puede ser peligroso para la salud porque en ocasiones, los que se basan en hierbas o componentes naturales, no han pasado por los procesos de verificación científica correspondiente para garantizar que al consumirlos no hay riesgos para el organismo o que son efectivos.
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